Nehodí se? Vůbec nevadí! U nás můžete do 30 dní vrátit
S dárkovým poukazem nešlápnete vedle. Obdarovaný si za dárkový poukaz může vybrat cokoliv z naší nabídky.
30 dní na vrácení zboží
La voz de César Iglesias prolonga los ecos de algunos profetasveterotestamentarios y la plegaria escarnecida de un Job quesostuviera, como en el verso de Wallace Stevens, «la poesía de pobresy muertos». De ahí que encontremos en este libro tan intensamentepersonal y desolado las fórmulas propias de una oración (el kaddish,el salmo...) que se dirige ya, desde la irredimible culpa metafísicaque el poeta define como «genética», a un Dios ausente. Y siempredesde una memoria atravesada por luces inhóspitas («persiste lahalitosis del pasado») y palabras sin paliativos. Hay dos versos queresumen, quizás, toda esta lírica desolada de Lengua del duelo:«Comprender el dolor que enciende velas / y alumbrar rezos: esa es latarea».César Iglesias, hasta ahora poeta secreto de cultivadas fidelidades(Leopardi, Paul Celan, Gamoneda...), publica su primer libro a la edad (55 a?os) en la que otros dan su obra por cerrada. Hay en estosversos (casi siempre endecasílabos y heptasílabos, aunque incluyetambién un largo poema en prosa) una densa experiencia de vida que suautor transforma («el duelo tiene fonética propia») en la oraciónemocionada de quien se sabe, finalmente, solo y vivo. Un poetasustancial entre tanta bagatela. (José Luis Argüelles)