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Dice el papa Urbano IX, protagonista ficticio de una novela de BruceMarshall, que «sólo los que creen profundamente en la religión puedenbromear sobre ella». Y Alessandro Pronzato comenta: «No sé cuántagente está convencida de esto. La práctica dice exactamente locontrario. Se puede bromear con todo, se puede reír o sonreír con unmontón de cosas, pero no con la religión. Según un dicho popularitaliano, se puede «hacer bromas con los soldados (fanti)», pero hayque «dejar en paz a los santos (santi)». Es un peligro tocar ciertasaureolas. Es un peligro estallar en una carcajada liberadora queelimine, como una ráfaga de viento irreverente, ciertos polvos y mohos seculares. Las cosas de la religión están envueltas en un manto deseriedad y solemnidad. Es peligroso arrancar ese paño y poner demanifiesto que «el rey está desnudo». «Si hubiera verdaderamenteseriedad, si la religión fuera una cosa seria, entonces tambiéntendría derecho de asilo la broma, la risa o, cuando menos, lasonrisa. La falta de sentido del humor denuncia, sin embargo, demanera inequívoca, que la fe no ha sido tomada bastante en serio». Lapregunta de la que arranca este libro es, por tanto, la siguiente:¿por qué hay tan poco sentido del humor en el mundo religioso? ¿Porqué se considera el humor, dentro de la Iglesia, como algo sospechoso, cuando no proscrito? Hace falta, como dice Umberto Eco en El nombrede la rosa, «lograr que la verdad ría». ALESSANDRO PRONZATO, sacerdote italiano, maestro y periodista, es autor de más de cien obras que han sido traducidas a infinidad de lenguas. Sal Terrae ha publicado suslibros Todo corazón para los enfermos: Camilo de Lellis (2000): Traslas huellas del samaritano (2003): El abrazo del Padre (2003) y ElDomingo, fiesta del encuentro (2005).